martes, abril 08, 2014

Es raro volver, bueno en realidad todo es raro. Esta nueva vida que tengo no es la que justamente me gustaría tener, pero como me dice mi mamá “La vida sigue” y eso estoy haciendo, siguiendo con mi vida, aunque ¿debería hacerlo?.
 Creo que no estoy lo suficientemente preparada para “avanzar”, necesito quedarme, aunque sea por un instante más o el simple hecho de volver unos meses atrás tampoco me vendrían mal. No soy una persona que disfruta las cosas en el momento (eso es algo por lo cual siempre me arrepiento) porque no disfruto el hoy, siempre estoy pensando en el mañana. Talvez por eso hoy estoy así como estoy, sintiéndome sola por momentos, pero en otra muy sobrecargada de compañía, no tengo un buen balance entre ambos, o al menos ya no lo encontré aún.
Las mañanas se me hacen lindas, divertidas. Será porque estoy rodeada de gente que me hace bien. Llegar a mi casa y seguir completamente feliz, o más aún, ya que llego y que voy a dormirme una placentera siesta. Pero me levanto ¿Y que pasa? Si, lo que todos se imaginan, me deprimo. Una y otra vez, veo sus fotos, va nuestras fotos (aunque debería borrarlas no me animo) y llorar una o dos horas, y así, segundo a segundo, recordar cada maravilloso momento junto a él. El amor que le tuve sigue tan fuerte en mi corazón que hasta me molesto conmigo misma por no dejarme avanzar, pero ¡Que sufrimiento más lindo! ¿Ven? Esto no va conmigo, me gusta sufrir, me gusta torturarme yo sola mirando una y otra vez dichos recuerdos.
Al rato, siempre hablo con alguien que me levanta el ánimo. Ya sea un amigo, una amiga o una persona, que siempre tiene algo lindo para decirme (aunque a veces me sea en vano) y ahí es cuando se me pasa. Ahí es cuando avanzo un poco más con mi vida. Todo va bien hasta que se hace de noche, a punto de irme a dormir. Abrazo mi osito y siento como si su alma estuviera junto a la mía acostada. Y eso, aunque no lo crean, me hace feliz, su “compañía” en forma figurativa, me hace bien. Será porque ese osito fue el regalo más lindo que pudieron haber hecho. Ya solo queda apagar la luz y dormir, para empezar una y otra vez, la misma rutina de “seguir con mi vida”.